domingo, 24 de febrero de 2013

De nada sirve (escaparse de uno mismo)

Y una vez más, estamos a fines de febrero. No diré que se me volaron las vacaciones porque estaría mintiendo. Convengamos que desde diciembre estaba tachando los días para irme a la costa y desde que volví estoy insoportable y llena de quilombos que no puedo manejar (lo que además, me alarga los días, y sobre todo las noches). Duermo mal, sueño todas las noches con la misma persona en diferentes situaciones, tengo pesadillas con mi perro muerto, me parece un poco demasiado.
Pensé seriamente en volver a escribir poesía, donde vuelco toda la angustia y puedo dormir sin despertarme con el dolor de los dientes apretados. Pero recuerdo ciertas cosas, ciertos escritos que releo y no me gustan, las comparaciones con Alejandra Pizarnik (que de hecho me parece una falta de respeto a mi adorada Alejandra). El miedo de terminar fuera de mí misma, en una especie de universo paralelo, donde ni siquiera yo voy a entender qué me pasa. Y creo que estoy flasheando un poco.
Mañana vuelvo a desconectarme de este mundo que me hiere y me hace llorar. En parte fue un buen presagio que se me rompa el celular, creo que si no se me rompía el celular me reventaba el cerebro, está sobrecargado de cosas feas e internet no es beneficioso cuando tenés las ideas cruzadas, ya lo viví hace muchos años, tengo experiencia, no hay forma de que me refuten esta idea, en serio.
¿Debería ser tan simple para mí como para la gente que me aconseja? O sea, todos me dicen "pensá en vos y en lo que sentís". 1. Nunca pensé en mí, no voy a hacerlo ahora. 2. No se qué es lo que siento. 3. Si hiciera lo que me dictan mis entrañas saldría a arrancar ojos como el de The Following, y no me beneficia en nada.
Por ende, pienso. Y no hay nada peor para una mente perturbada que seguir pensando. Porque me duermo pensando cosas y me despierto (otra vez) con ese espantoso dolor de dientes que no siento desde mis épocas de ortodoncia (sí, usé aparatos pero los que se sacaban y nunca terminé el tratamiento, algún día lo haré, mis dientes son un espanto).
¿Qué más puedo hacer? Me aburrí de sentirme mal, de tener ganas de llorar y no poder sacar ni una lágrima, de pelear por mensaje de texto, de empezar a las puteadas en el medio de la calle, de hablar y buscar conversación con la misma persona todos los días para respirar un aire diferente (hasta que me doy cuenta que deberían darme un premio en remo). Y nada sirve, todo me hace maquinar.
De repente me acordé de la canción de Moris y la puse de título. O sea, ese tema es una flasheada, pero esa frase es demasiado cierta y la verdad que puedo tomarla hasta como consejo. Deberé calzarme los pantalones una vez más, ponerme corrector de ojeras, delinearme, arquearme las pestañas, clavarme un rodete sin ganas, levantar la vista y salir a comerme el mundo (o que el mundo me coma a mí, una vez más). Suerte para mí, porque la suerte es para los mediocres, and that's what I am.