lunes, 9 de mayo de 2011

Redefine, un vicio nuevo.

Tengo frío en la mano derecha, me pica la nariz y odio el tema de Vicentico que están pasando en la novela. Tengo que poner la mesa, no tengo ganas de levantarme, quiero que Pablo me abrace pero estamos a 15 minutos de distancia en el 354 y tiene que estudiar porque mañana tiene parcial. Tengo que hacer todas las guías de lectura de historia y no puedo, quiero dormir y no hay tiempo, quiero mudarme a la Micronesia un par de días y volver fresca como una lechuga. Quiero llorar sin motivo alguno, quiero reírme de la nada misma, quiero mandar a la mierda todo lo que alguna vez me lastimó. Quiero que todos mis días de trabajo sean como el de hoy, plagados de risas, facilitados por la hermosura y la inocencia de 26 nenes de 8 años. Quiero que mis cicatrices se vayan, resetear la cabeza, parchar el corazón para que ya no sea tan desconfiado. Quiero tener tiempo para mí, leer una novela, dormir una siesta, hacerme una limpieza de cutis. Quiero comprarme ropa negra y hacerme la fashion por el mundo. Quiero un buen reci, un buen pogo, romperme la garganta a gritos y  ya no con rasguños como hace un tiempo atrás. Quiero pararme en un lugar deshabitado y gritar hasta sentirme tranquila. Quiero un poco de paz, una caminata extensa como la de hoy, sentirme perdida en un lugar que no conozco y ubicarme después de algunas vueltas en círculos. Quiero que el aleatorio de mi celular tire siempre la canción justa y se adecue a mis constantes cambios de ánimo. Quiero que lo nuestro dure para siempre, despertarme cada mañana en tu cama y poder verte dormir, quiero tu beso de buenos días y de buenas noches, quiero tu risa, quiero formar parte de vos hasta dejar de existir. Quiero comer millones de cosas ricas y no engordar un gramo, quiero acordarme el gusto de la mayonesa, la coca cola común y el pan caliente. Quiero tener un círculo cercano que me quiera, tener "padrinos" que cumplan su función de padrinos y no sean dos completos desinteresados. Quiero abuelos que me malcríen y me aconsejen y nunca los tuve. Quiero una familia comprensiva, que no me grite, que no desapruebe cada una de mis actitudes. Quiero tener un poco de amor propio, dejar de autoexigirme al mango, dejar de sufrir porque no conformo a la gente.
Pero no puedo con mi genio, siempre pongo en primer lugar a los demás. A pesar de que la vida me enseñó a no creer en las promesas de amor eterno, a desconfiar de hasta mi mayor aliado y a no depender de nadie, vivo el día a día a puro corazón y aunque no sea una decisión 100% acertada todavía puedo mantenerme en pie.

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