Creo que sin piñatas ni caramelos la comparación más acertada es esa en que una persona que está por pasar en frente tuyo sonríe y saluda alegremente, vos sonreís y te acercás, y ahí ves que una persona que venía atrás tuyo corre con mucha alegría, saluda a esa persona felizmente y te ridiculiza al mango.
Y por fin, una vez en la vida, no me tocó el papel del ridículo.
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