Le tenías miedo a la cámara, se te nota en los ojitos. Y me acuerdo que tenías en el collar todos los pedacitos de cadena que rompiste. ¡Así me gusta! En contra del sistema como la tía.
¿Por qué te fuiste, malo? Justo a fin de año, cuando más te converso, cuando más te necesito. Crecimos juntos, yo tenía seis añitos cuando te trajeron a casa y meabas por todos lados porque estabas asustado, te tiraba una pelotita de tenis y vos me la traías sostenida entre los dientes (rompiste unas cuaaantas), era feliz cuando terminaba la tarea y jugaba con vos. Te comías las cosas que yo no quería, te pasaba comida de contrabando sin que me vea papá porque me iba a retar si te daba pedazos de pizza o cosas que a mí me parecían tan ricas y quería que vos probaras.
Me dolió, me dolió mucho verte tendido en el mismo lugar donde jugábamos a la tardecita; me dolió enterrarte abajo del árbol de palta donde te gustaba quedarte en el verano porque estaba fresquito, había sombra y de paso cazabas algunos pájaros, larva. Ni siquiera los comías, era tu pasatiempo o algo así.
Pasaron trece años desde el día en que te trajeron. El 17 de agosto fue tu cumpleaños, me encantaba saludarte y regalarte comida a escondidas. Amaba sacarte las garrapatas, acariciarte a modo de cepillo para sacarte el pelo que estabas cambiando, ver tu carita contenta cuando me veías porque sabías que eras una de las cosas que más amo en la vida, y así va a ser siempre.
Me estaba armando los rulos cuando me enteré que me abandonaste. Rompí en llanto, obviamente, no estaba lista para esto, en absoluto, y menos ahora. Te acaricié, te dejé una rosa y colaboré para enterrarte, me llené las uñas de barro y te lloré un poco encima, perdón.
Te extraño MUCHO, ¿sabés? Mucho, mucho, mucho. Y quisiera creer en una segunda vida para pensar que estás allá y estás mejor. Pero no, la vida es una sola, no hay almas ni espíritus y vos me dejaste para siempre. Creo que eso es lo más doloroso. Te amo bebito, gracias por tanto amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario