domingo, 11 de septiembre de 2011

Sunday, bloody sunday.

Ha llegado ese momento en que me detengo a mirar alrededor y no encuentro más que aire. Sí, soy un ser depresivo que jamás se ha tratado de modo decente, pero eso no autoriza a cada una de las personas que me rodea a pasar por encima mío cual topadora. Oh, no. Por el momento creo no tener cara de carpeta asfáltica. La soledad y el aislamiento son cosas que llevo conmigo y jamás se alejan, son cuasi necesarias, porque necesito tocar fondo para intentar volver a surgir, para salir de la monotonía, y quizás, con un poco de suerte, romper engranajes para arrancar con algo nuevo. De todos modos, siempre dura dos días, y después me vacío... Son épocas en que el estrés y los bajones me ganan cada una de las pulseadas. Recordemos que estamos en el último trimestre del año, y no es para nada sencillo para una desequilibrada como quien les habla tener que convivir con la juventud, el estudio, el trabajo, la familia, la pareja tambaleante, los bajones constantes... me agoto y quiero hundirme en el colchón para nunca jamás salir a la superficie. Descansar eternamente en plumas o goma espuma en el peor de los casos y ya no tener que sufrir cada amanecer, me duele sufrirlos, no fueron hechos para eso. Cada crepúsculo es una puntada en el pecho, aunque igual debería ir al cardiólogo porque las palpitaciones del año pasado no se fueron, y es preocupante. No llego ni a los 20 años (sólo por unos meses) y no me siento saludable, en absoluto. Barajé la idea de que esto sea hereditario, o a causa de dramas infantiles, pero no encontré una solución viable y mi terapeuta no era más que una bolsa de nada que se llenaba los bolsillos escuchando todos los miércoles una diferente versión de mi pasado... porque así soy, cambiante, impredecible. Nunca me dió un diagnóstico, nunca me ayudó a salir del pozo. Y aquí estoy, a punto de culminar la adolescencia con la misma cantidad de problemas con que la inicié. That's not good. Tengo ganas de escuchar algo de Amy Winehouse quizás, es la única con la que me identifico en ese aspecto. Relaciones dolorosas y con finales desgarradores que llevan a los excesos y al vacío existencial, la historia de mi vida... Es 11 de septiembre, mi primer día del maestro, no se cuantos más tendré, pero lo único que se en este momento es que jamás pensé que me iba a aprender casi 100 nombres e iba a adorar casi 100 personitas en tan poco tiempo. Es una extraña relación de amor-odio, inexplicable, y ni siquiera se por qué la menciono, pero aunque me llene de problemas es una de las pocas cosas que me hace sonreír cuando el mundo tiene ganas de verme cara de vía de ferrocarril. Odio escribir problemas, sufrimientos, desgarros. Pero soy tarada, y mi vida se basa en problemas, cada día es un enigma y mis neuronas ya echan humo.

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