Anticipo, no es un buen día. Me voy a buscar el mantecol y vuelvo.
Ok, con el mantecol a la izquierda, el celular a la derecha y Muse entrando de lleno por mis oídos me dispongo a escribir.
Tengo varios sentimientos (quizás hasta contrapuestos) que me dan vuelta en la cabeza y me van quemando las neuronas cada vez que inhalo oxígeno para exhalar dióxido de carbono. Siento una impotencia enorme, por muchas cosas. A ver, empecemos. Todos saben que amo mi trabajo, que es una de las fuerzas que me impulsa a despertarme cada día (recordemos que solía vivir depresiva, no me es sencillo vivir sonriendo), pero el hecho de no poder con todo, de no poder escucharlos a todos al mismo tiempo, de no darles toda la atención que se merecen y un beso en la frente a cada uno antes de irse a su casa me dan ganas de llorar. Ni hablar de que me quedé después de hora corrigiendo libros porque no llego; son 34, y yo una sola, con 19 años y casi tan frágil como ellos. Saliendo de eso, la impotencia de saber que no llego con nada en la facultad, que se me empiezan a caer de a uno los parciales en la cabeza y yo sigo en mi nube de pedos "tratando de acomodarme" sabiendo que ya estamos a mitad de abril. La impotencia de que nadie valore mi esfuerzo, de que siempre me busquen más cosas que hacer (ahora ya no tanto por suerte). La impotencia de saber que no entendés lo que siento y no lo vas a entender jamás, el dolor que me causa la injusticia de saber que una persona que hiere, rompe, quiebra y lastima puede tener una vida tranquila y el karma tarda en actuar. Las ganas de llorar que a veces se vuelven insoportables, el dolor en el pecho... y no se si no me asusta más el físico o el sentimental. Porque convengamos que un dolor sentimental no es llevadero, pero no te trae problemas de salud. Y mis palpitaciones no se convierten en mejores amigas aunque convivimos hace meses. La cara de asco con la que ando por la calle no es sólo porque detesto el mundo, sino porque siento cómo se mueve mi corazón, cómo late a destiempo, como se torna una molestia que no puedo disimular. (Menos café, menos alcohol, más relajación dicen por ahí, y no me queda otra que hacerles caso).
Entonces, ¿quién me explica cómo convivir con todo esto? Me cuesta, me cuesta muchísimo, y más teniendo en cuenta mi hipersensibilidad y lo complicada que suelo ser cuando se me pone una idea en la cabeza y no hago ni el más mínimo esfuerzo para mejorar.
Para colmo de males Andrecito y sus dolores aparecen como actores de reparto, buenísimo. No me queda opción que llenarme de ibuprofeno y cosas dulces que me faciliten pasar este momento de mierda. (Ah! También me recomendaron más azúcar, gracias mantecol ♥).
No creo tener mucho más para decir, hoy viajé con Yasnikowski por segunda vez en menos de una semana y encima que no pude contener la cara de orto dí todo de mí para no escupirla en el medio del colectivo o en la puerta de la UNQ.
¿Debería volver a hacer terapia? No creo, a menos que me quiera seguir haciendo robar para que me digan dos boludeces positivas y me hagan repetir hasta el cansancio que soy hiperactiva, autoexigente al mango, dependiente, obsesivo-compulsiva, frágil y demasiado sensible. Basta, ya lo se, si querés robarme contame un cuentito nuevo, estas cosas las se desde que empecé a conocerme un poquito más.
God, qué mal que estoy, lo que causa las ausencias en la niñez.. Espero ser una buena madre.
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