Sí, ese fue Belgrano, y le fue como el orto, pero es entendible, no era militar, era abogado. Después para complacer al gobierno que quería crear ese sentimiento de "pertenencia" en los sectores que no podían participar activamente en la política porque faltaban más de 100 años para la sanción de la Ley Sáenz Peña creó la bandera que eran dos franjas, una celeste y una blanca, que después derivó en la que vemos cada vez que la presidente habla en cadena nacional, o cuando vamos por la calle, depende el rumbo que tome cada uno.
En fin, hoy es lunes, es feriado y no tuve historia. Necesitaba verle la cara a Farberman para saber que empezaba la semana y cada día que pasa me resta tiempo para terminar esa puta reseña, de ese genial libro que recién leí por la mitad (soy grosa eh, dije que lo iba a leer hace un mes, pelotuda). Mañana me voy a levantar re cansada, con De Martinelli sonriéndome porque hago la tarea (ni quiero pensar todo lo que me espera, va a ser un día eterno), no saqué las fotocopias del invierno para los nenes, soy un desastre. Pensando un poco más y viendo el ruido que hace mi estabilizador me voy a ir a leer porque no llego ni en pedo; pero no sin antes confesar que me enojo todo el tiempo, me enojo por nada, me enojo por la pelusa que pasa al lado mío, por la planta rodadora que ocupa mi espacio, porque él hace comentarios que me suenan hirientes, porque me acuerdo de cosas pasadas que tapé con kilos de cemento. ¿Para qué? Ya se lo que es vivir sin él, ya se lo que es intentar estar sin sus besos, ya se lo que es sentir ese vacío en el pecho porque no lo tengo conmigo, ya conozco el sufrimiento que me deja su ausencia... No voy a volver a separarme de él, no voy a volver a ese estado de agonía. Entonces, ¿para que enojarme?. Es sólo amargura momentánea, es lastimarme a mí misma al pedo.
Stop Antonela, el martirio psicológico no es bueno.
Demasiado por hoy, me voy a leer el libro de Di Meglio.
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